Tras unas jornadas de observación intentando adquirir un poco de perspectiva que permita que el horizonte se aclare, podemos hablar de un contexto que puede considerarse integrador del momento actual de economía post primera fase de pandemia y que lo constituye una entrega completa de bancos centrales, instituciones y gobiernos a propiciar la recuperación de cifras en el menor tiempo posible, complementados esta semana pasada nuevamente, con más estímulos si cabe y datos económicos mejores de lo esperado. Todo un frenesí financiero
Importantes paquetes monetarios y fiscales (10 billones de dólares) que llegan incluso a superan a los estímulos monetarios (8 billones).
El BCE amplia los recursos destinados a compras de deuda en 600.000 millones de euros, el programa de compras de emergencia (PEPP) y el programa de crédito específico para pymes del Banco Popular de China.
Alemania anunciaba su paquete de recuperación de 130.000 millones de euros, Corea del Sur de 61.000 millones de dólares, China nuevas ayudas al consumo y exenciones de impuestos a empresas y EE. UU. Es posible que añada 1 billón de dólares a su paquete fiscal.
De manera simultánea hemos conocido una serie cifras vinculadas con el sector manufacturero global y chino (55), consecuentes con un alejamiento de la contracción económica, un potencial acotamiento de la dimensión de la crisis en un rango inferior a los inicialmente estimados y que suponen al mismo tiempo, una aceleración de la recuperación.
Además, un elemento extra para la euforia. Un dato de empleo en EEUU de 2,5 millones de nuevos trabajadores, frente a la previsión de una contracción del empleo de 7,5 millones, reduciendo con ello la tasa de desempleo hasta el 13,3% desde el 19% esperado.
Y en conjunción con la ausencia de un rebrote del virus en aquellos países que han decidido abrir sus economías, lo que permite ser optimista respecto al ámbito sanitario. A pesar de que el riesgo se mantiene.
Y a todo lo anterior, un nuevo aliciente, la motivadora respuesta desde la UE con el lanzamiento de un ambicioso y elevadamente capitalizado, programa disruptivo de recuperación soportado en la digitalización y la sostenibilidad, como 2 pilares de dinámica económica simultáneos.
Hemos asistido también a un crecimiento en el apetito por el riesgo, aspecto observable en la dinámica de recuperación de los precios en los activos de menor calidad, que superan en sus retornos a los tradicionales.
Y en su conjunto, en el marco de un avance desde un estado conceptual a uno pragmático de los nuevos paradigmas, testados favorablemente en su funcionalidad de manera extrema, irremediable, en estos meses de confinamiento global (causados por el fallo sanitario y de su control eficaz, del mismo sistema que nos hemos venido dando). Lo que cabe interpretase como un fuerte impulso hacia adelante en el avance y consolidación del proceso ya iniciado de reafirmación de este cambio disruptivo, que refuerza y dinamiza la prevalencia de inversiones de carácter temático secular, que ya se integraban en carteras de nuestros clientes en el pasado mes de junio de 2019, con una respuesta excelente al momento de mercado de crisis económico-sanitaria actual.
Es posible que estemos asistiendo a un momento de oportunidad, perfilado por la sociabilidad, lo que requerirá de una mejor distribución de los recursos, condicionado al mismo tiempo a la sostenibilidad del entorno (propiciado por la legislación).
Otro aspecto a tener en cuenta y que podrá constituir igualmente otro elemento disruptivo, lo constituye la forma en que los modelos económicos se adapten y reestructuren para afrontar y tomar ventaja de este conjunto de nuevos paradigmas. El dinamismo en las legislaciones, la estrategia en las relaciones Inter fronteras, la consistencia y unilateralidad en los grupos político-económicos, etc, podrán confirmarse como aspectos relevantes en el posicionamiento de los bloques económicos en esta nueva etapa, que parte de un estadio de deterioro y desigualdad destacablemente polarizado en medios y capacidades entre países y donde las tecnologías van a poder suponer también en muchos casos, una herramienta deslocalizada de hacer política exterior, de practicar el proteccionismo y de condicionar y competir económicamente.
En su configuración, las carteras de inversión y las herramientas de planificación patrimonial deberán plantearse cómo poder identificar e integrar estos aspectos geopolíticos y sus perspectivas.