La guerra es un estadio deplorable, impredecible y repleto de incertidumbre.
Los mercados se han visto alterados por movimientos históricos y de amplia magnitud, especialmente en los precios de las materias primas. Con un impacto directo sobre la energía, los metales y los cereales.
Los datos comerciales y financieros son una adecuada referencia para estimar los impactos del conflicto sobre la economía global. Pero el aspecto logístico, donde Rusia y Ucrania desempeñan una función clave en el intercambio comercial entre Oriente y Occidente, es en el contexto actual un factor clave, al incidir directamente sobre el mantenimiento o desplome de la capacidad productiva industrial europea en concreto, ante la escasez de recursos y una energía a precios históricos máximos.
La combinación de estos factores suponen un creciente riesgo de shock de oferta, que unido a las altas tasas de inflación, elevan cada día el riesgo de recesión en Europa.
Avances que puedan descontar una reducción de la escalada bélica, facilitarán una recuperación de los mercados y una normalización del entorno económico, para el que las previsiones a nivel global siguen siendo favorables.