El aumento de las primas de riesgo ( spread) entre los diferentes países en el seno de la UE, van a ser un factor de encarecimiento del crédito interno en aquellos países más afectados relativamente. España, Grecia, Italia y Portugal.
Los dos efectos simultáneos de este aumento de los spread (primas de riesgo), van a ser, un relativa caída de la liquidez (sequía) en la financiación del interbancario y del atractivo por la deuda soberana de estos países (pérdida de atractivo relativo – mayor riesgo).
Cabe destacar respecto a España y la deuda pública, que se hizo un excelente trabajo en los momentos de tipos bajos (cero y negativos), refinanciando una gran cantidad de deuda a tipos promedio muy reducidos y alargando los plazos de amortización de esta( hasta 30 años).
El efecto de lo anterior sobre las empresas, supondrá una mayor presión sobre sus costes de financiacion y en consecuencia, sobre sus resultados y competitividad a corto plazo.
Si añadimos a este escenario la inflación, de momento de primer nivel, pero en la que comienza a destacar un registro concreto, crece el motivo para la preocupación. Según el dato anticipado publicado de mayo, el componente que no se corresponde ni con la energía ni con los alimentos, sino a los incrementos de márgenes empresariales, ha registrando incrementos de precios del entorno del 5%. Este dato permite descontar que la inflación no tardará en trasladarte a un segundo nivel a través de una subida en los salarios. Los sindicatos muy probablemente no van a tardar en pedir una actualización de éstos, con el argumento de la necesidad de que se produzca una distribución de las cargas de la inflación entre los trabajadores y las empresas, convirtiendo en ese momento a estas alzas de precio en estructurales. Es altamente improbable que tras ajustes al alza en los salarios, los trabajadores acepten recortes de estos en un futuro, aún a consecuencia de futuros registros a la baja en la inflación.
De producirse un escenario de este tipo y proyectando el mismo sobre los tres próximos años, la incidencia sobre los salarios sería de un aumento del 15%, con un efecto similar para las empresas en pérdida de competitividad, lo que en su momento podrá llevar a la necesidad de realizar un ajuste salarial drástico (devaluación salarial) de igual proporción, para poder compensar esta (similar al registrado en el período 2015-2018). Ajuste que se verá acompañado de aumento en el desempleo y recesión económica.
Ambos efectos en conjunto, encarecimiento de la financiación e inflación, atendiendo a su grado de incidencia a corto plazo sobre aquellas economías más afectadas, representan un criterio añadido en la selección de activos a conservar/ integrar, o no, en la composición (Aasset allocation) de la cartera de inversión.