Noviembre 2019. Coyuntura. Vuelta a los fundamentales.

19.11.19 Eduardo Ascariz / economista

No parece que la posibilidad de asistir a un cambio de postura con incidencia global, vinculada a la publicación de un tweet, sea el contexto más acertado para la resolución de las tensiones comerciales, permitirá a los inversores cambiar su enfoque de la geopolítica a los fundamentos. Y a pesar de un acuerdo Brexit en enero.

EEUU y China no han acordado aún nada en firme y Europa se ha unido al escenario de la beligerancia comercial con nuevas amenazas, en un escenario en el que las cifras macro y de beneficios empresariales, se suceden mixtas.

A lo anterior, se debe añadir la actual vulnerabilidad de las economías emergentes y el estallido social en la mayor parte de América Latina, que viene a sumarse al resto de economías inestables dominantes en la zona. Todo un panorama en un momento de vencimientos de deuda, denominada principalmente en dólares, que no solo anticipa una mala acogida desde el mundo inversor, sino que su aumento en el coste de refinanciación será relevante.

Sobre la herramienta de política fiscal. La propia regulación que limita los déficits y las reticencias de algunos parlamentos y gobiernos de paises miembros, en el seno de la UE, la ineficiencia de la medida a largo plazo, el actual proceso electoral en marcha en EEUU y el generalizado sobre endeudamiento global, empeorada por la reciente calificación de «negativa» otorgada por Moody’s al conjunto de la deuda soberana global de paises desarrollados, hace difícil que la política fiscal, venga a sustituir a la monetaria como incentivo, a no ser que el deterioro economico sea elevado. Y sobre este subjetivo aspecto, mas discrepancias de criterio.

Por tanto, la política monetaria seguirá siendo la herramienta de último recurso, sobre la que seguir soportando el crecimiento económico y la confianza que evite la venta masiva global de activos de riesgo.

El entorno, es consecuentemente favorable para volver a los fundamentales, enfocándonos en obtener rendimientos sobre beneficios empresariales, despreciando el criterio de la consecución de mayores precios, aunque esto entrañe ser crítico con las actuales valoraciones, la perspectiva de crecimiento y la geopolítica. Por supuesto, un acuerdo comercial EEUU – China, vendría a despertar nuevamente el apetito por las plusvalías del mercado. Aunque es dudoso que ante un acuerdo comercial, las empresas se embarquen en una vorágine de inversiones.

Especial atencion en este sentido, a datos en EEUU sobre inversión, manufacturas y empleo, con especial atencion a la evolución de la debilidad registrada en los últimos publicados sobre consumo y ventas minoristas. En setiembre registraban un ajuste relevante.

Sobre los beneficios empresariales, el mercado es relativamente optimista en EEUU, descontando un aumento del 5% en 3T y un 10% en 2020. Para la Eurozona se descuentan crecimientos del 3%, frente al 11% previo estimado y del 6,5% frente al 14%, para emergentes, en 2020.

En consecuencia y para aquellas carteras no estructuradas sobre temáticos e inversion estratégica secular, con una perspectiva a 1 año, seria razonable aplicar un criterio de reducción en la ponderación de la renta variable, con preferencia sobre la de EEUU en detrimento a la de la Eurozona. Un criterio muy selectivo en emergentes, cubriendo sus divisas a corto plazo y sobreponderando la exposición a la libra.

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